domingo, 5 de octubre de 2014

HERBARIO DE RECUERDOS (I)


HERBARIO DE RECUERDOS (I)

Habiendo concluido las exequias de mi padre político y sosteniendo yo todavía en mi mano el papel del discurso que había pronunciado al pie de su tumba, se acerco mi “papá Lucho”, (otro de mis papas) y me solicito una copia mi discurso, aunque él lo llamo “carta fúnebre”, le había conmovido y era para él una composición literaria que merecía releerse y conservarse, la verdad me hubiera gustado escribirle en vida un discurso para  mi papa político y leerle tal vez en su cumpleaños y decirle todas esas cosas que le dije al pie de su tumba, seguramente se hubiera alegrado, hubiera llorado y me hubiera abrazado, cosa que ya no pudo hacer aunque estoy seguro ese día desde otra dimensión me escucho estoicamente.

                Tal ves pocos hijos como yo tengan la dicha de tener varios papas, a Francisco Flores se lo debo  el apellido y los genes que trajo desde el Cuzco a Amazonas, siglos después de  Tupac Inca Yupanqui, también venido  con el mismo propósito desde el Cuzco a Chachapoyas.

                Jose Jesus Culqui Rojas fue mi padre político, hombre Chachapuyo con quien se comprometiera mi madre muchos años después de la separación de mi padre Francisco de esa unión tenemos un hermano Edward Martin.  A este señor lo debo mucho, de él aprendí muchas cosas y recibí mucho afecto de lo cual deje constancia en mi discurso fúnebre.

                Luis Tucto Salón o “papa Lucho” es otro de mis papas, hermano de mi señora madre y  padrino de bautizo, para él  escribo estas líneas, en gratitud, porque no quiero ponerme a escribir cuando nos  visite la muerte y leerlo al pie de su catafalco, ahora en pleno uso de sus facultades el leerá este testimonio de quien se considera su hijo.

                De niño habiendo ya aprendido a leer y a mirar bien las cosas, guardo en mi menoría dos imágenes que corresponde a dos posters pegados por mi “papá Lucho” en la sala de la casa de Chachapoyas  donde  vivíamos, uno de ellos correspondía a Jesus, era una retrato más humano que divino, pues no tenia atavíos ni aureolas y al pie de su rostro  rezaba ”solo Cristo hace  al hombre verdaderamente libre” y la otra imagen correspondía era la del ”Che Guevara” “el libertador” como lo llama Gillen en su Poema, de manera que su rostro siempre me fue familiar y ambos personajes desde  aquellos tempranos años siempre me han acompañado y podría decir que fue la primera influencia místico/revolucionaria  que me infundio sin saberlo mi “papa  Lucho”.

                Realmente guardo muchos recuerdos de mi niñez escogeré ahora solo aquellos donde aparece mi papa Lucho:

                Muy pequeño yo recuerdo haber visto en casa unas zapatillas descomunales por su gran tamaño, zapatillas que alguna vez fueron blancas, estaban teñidas de un color rojo-naranja, eran pues para mí tamaño, los zapatos alados de un gigante del Olimpo griego y siempre me causaban asombro; el color rojo-naranja que tenia se debía al cerro  “colorao” a cuyo pie descansa Chachapoyas, donde mi papa seguramente  subía para jugar futbol en el  campo que había en su cima, y esa arcilla ferrosa había teñido sus zapatillas; Para nosotros cuando niños la época de peregrinar al “colorao” era en tiempos de vientos, para entonces mi papa lucho tanto a mí y mi hermano Marco Antonio nos construía nuestra cometa “campeona” nos vestían con ponchos bufandas y gorros y subíamos por el desfiladero,  de estas épocas recuerdo dos hechos, uno en el cual jugando con el carrizo con el que construía mi papa la cometa se clavo en mi mano una astilla y llore desconsoladamente escondiendo mi mano, evitando que sacaran la astilla, fue entonces en que mi papa Lucho me hizo sentar a la orilla de la mesa, cogió mi mano y me dijo que si no me dejaba sacar la astilla crecería sobre la palma de mi mano una cepa de carrizo, me imagine entonces portado una planta de carrizo en mi mano y decidí  entregar mi mano para que sacaran la astilla.

En otra ocasión recuerdo que ascendiendo al cerro con nuestras cometas, siempre bajo el cuidado de papa Lucho, soplo un viento que levanto mi poncho y tapo mi cara estando yo  agarrado en un risco del cerro, la oscuridad solo duro unos segundos pero en mi, fue como quedar suspendido en el vacio, liberarme la cara del poncho con mis manos significaba despeñarme, pero la mano de mi papá Lucho como la de un ángel me salvo la vida.

Parte de mi niñez lo viví en Leymebamba “rinconcito de amazonas” mi madre trabajaba de profesora en dicho pueblo y los fines de mes viajábamos a Chachapoyas capital del departamento, donde vivía mi papa Lucho junto con mi “viejita”  (bisabuelita) pero cuando  la falda de algún cerro se tendía sobre la carretera ya no podíamos viajar y entonces mi papa Lucho viajaba hasta “el derrumbe” y luego caminaba hasta Leymebamba,   nos acompañaba el fin de semana luego nos daba como propina una moneda grande como un disco, con una vicuña en alto relieve y lo despedíamos desde lo alto del pueblo, el bajaba al rio Atuen que corre al pie de Leimebamba pasaba el puente y se desaparecía con su maletín, dejando, como les contaba una moneda que llenaba mi pequeña mano pero un corazón tristemente vacio por su ausencia.

Papa Lucho solía poner su mano como una tenaza  en nuestra nuca cuando caminaba con nosotros y era esta mano pues un yugo que alegremente llevábamos encima pues de seguro papa´ por el camino nos compraría “el  chicle globo”, o las “galleta de animalitos” que tanto nos gustaba, con mayor suerte recuerdo un día nos dio propina para comprar el tal   “chicle globo” en la tienda de doña “Natita” (Natividad Ruiz) a la casa de doña Amelina Collantes donde vivíamos y resulto que la propina fue decomisada por doña “Natita” pues adujo que éramos muy pequeños para andar con tanto dinero el mismo que fue devuelto a mi papa Lucho.
    Papa Lucho era nuestro abogado y nuestro ángel de la guarda sobre todo cuando huíamos despavoridos del látigo de mi madre, entonces papa Lucho hablaba con mama Petita, luego se agachaba buscándonos bajo la  cama, nos garantizaba que mamá nos había perdonado y salíamos de nuestro refugio, La cama para nosotros no solamente tenía un propósito para el descanso, sino para  cuando niños su tablas eran como las alas de una gallina para sus pollitos.
                En una ocasión estando jugando fuera de casa, en la calle específicamente, lugar  donde todavía se podía correr y jugar en Chachapoyas, llego mi Papa Lucho corriendo y agitado, nos busco entre los niños que participábamos del juego y nos metió en casa diciendo que deberíamos protegernos del  “el huracán”. Para ese entonces yo era un niño que miraba el cielo esperando ver un “dragón volador” llevando un techo en su pico, porque Papa lucho nos había dicho el tal “Huracan” se había llevado el techo del señor Grandes.
                Se dice que los hábitos buenos o malos de los padres son imitados por los niños y el habito que tengo de leer los periódicos revistas,  amén de libros, se lo debo a mi Papa Lucho, desde mi más lejana infancia recuerdo a “papa Lucho”  absorto, recostado en ese sillón-hamaca que llamamos “perezosa” leyendo las revistas Caretas, Oiga, Ovación, Si, el diario Expreso, de esos tiempos  recuero a papa Lucho llegando del trabajo con su revista o periódico bajo el brazo y en la mano una bolsa de pan cemitas, para el Lonche. Así era mi papa Lucho cuando era yo niño y sigue siendo ahora, un “voraz lector” cuya almohada se va formando con puñados de revistas y periódicos metidos en una funda noche a noche.
                Un día hubo  alboroto encasa vino la ambulancia y papa Lucho ya no estaba en casa, a nuestra interrogante por su ausencia respondió mama está en el hospital por que “se le reventó la ulcera”, 20 años después sabía yo como era cuando se te revienta la ulcera en las tripas y tu hemoglobina baja, hueles a hierro y sientes sangre ajena entrar por tus venas desde una bolsa para salvarte la vida.
                Estos recuerdos uno a uno los he recogido de mi memoria, como hojas caídas de un árbol otoñal, antes que el viento del olvido se las lleve para siempre y aquí las ofrezco pagadas sobre un papel como un herbario botánico para la posteridad.

Con afecto de hijo.

Olmos 22 de Febrero del 2012

Juan Carlos Flores Tucto.

 

 

 

RESPUESTA

TU CATILIARIA DIGNO DE UN POETA GRIEGO. GRACIAS HIJO, TUS RECUERDOS ME HAN CONMOVIDO HASTA LAS LAGRIMAS.

 

Mensaje de texto 27 02 12  1: 00 PM

TE LO DIRE EN VOZ ALTA Y EN TU LENGUAJE ( y aun asi no dejare de ser poeta)



 

TE QUIERO COMO MIERDA, Y QUERERTE, ES COMO EXTENDER MI MANO CON UN RAMO DE FLORES, PARA QUE TU LO TOMES, ASPIRES SU AROMA, LE DES UN BESO Y LO ESTRECHES EN TU PECHO. PERO, SI TU, UN DIA ME DEJAS DE QUERER Y NO TOMAS ESAS FLORES, SUCEDERA ENTONCES DOS COSAS: LA PRIMERA ES QUE SE CANSE MI MANO Y TENGA QUE BAJARLA, (RENDIRME) PERO AUN ASI, SI INSISTO, (SOLO POR QUERERTE) DE OFRECERTELAS Y NO LAS TOMAS, ENTOCES SE MARCHITARAN, PERDERAN SU FRESCURA, SU AROMA, SU COLOR Y TODO SE IRA A LA MIERDA. QUEDARA, CLARO, UNAS RAMAS SECAS Y UNA MANO CANSADA DE OFRECERLAS, COMO EVIDENCIA QUE UN DIA TE QUICE COMO MIERDA.

 

Melquiadez Centenario